Voluntariado en DOWN Lleida
A finales de octubre tuve la idea de apuntarme como voluntaria a Down Lleida dado que oí hablar de ella en clase el día 21 de marzo, el Día Mundial del Síndrome de Down, y también porque consideré que sería enriquecedor conocer nuevas personas, compartir juntos nuevas experiencias y darles apoyo. El único requisito que se me pedía fue el de tener más de 16 años, el cual cumplía.
Para empezar, tenía en mente participar en actividades organizadas para esa jornada en Lérida pero al decretar el estado de emergencia sanitaria la semana anterior no se pudieron llevar a cabo de modo que, en su lugar, publicaron un manifiesto en formato de vídeo en la página web https://downlleida.org. Me quedé con las ganas de saber más sobre a qué se dedicaba la entidad y ayudarles de la forma que fuese así que pensé en compensarlo contactando con ellos a través de un formulario donde di a conocer mis intereses y mi disponibilidad. Unos días más tarde, a principios de noviembre, recibí un mensaje de una técnica de ocio y voluntariado de la asociación que me propuso hacer un encuentro presencial en el local en Plaça Sant Pere o bien mediante una reunión por Zoom para ver a qué programas me podía inscribir. Opté por asistir presencialmente puesto que debía rellenar y firmar ciertos documentos. Allí es donde conocí a Sara, quien me contó la historia de la asociación, la cual nació fruto de la iniciativa de un grupo de padres y madres con el objetivo de mejorar la calidad de sus hijos e hijas que padecían esta o enfermedades similares además de ayudarles a incorporarse de manera activa en la sociedad. Su objetivo principal es promover la igual de oportunidades, apoderándolas en la toma de decisiones, potenciando sus capacidades, autonomía y bienestar. Además, Down Lleida se compromete con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
Y, para mi sorpresa, resultó que dos de mis compañeras de residencia, Nadia e Indiana, pertenecían a la asociación de modo que, en caso de que se realizase algún encuentro presencial en el centro, podría acompañarlas de ida y vuelta en el bus o echarles una mano en la residencia ya que convivimos juntas. A través de WhatsApp se me mandó un cronograma de las actividades mensuales, que, por el momento, se harían online mediante Zoom durante los fines de semana.
Si bien es cierto que no es lo mismo ir a la asociación y conocer a sus protagonistas en persona, hacer videollamada con ellos y escucharlos me resultó fascinante. Un aspecto que me llamó mucho la atención fue que desde el primer instante en que me uní a la videoconferencia ya me aceptaron y preguntaron sobre quién era y quisieron saber sobre mí. Me apunté a dos grupos, el de prelaboral y el de la ESO aunque esporádicamente también estuve en algunos distintos.
El viernes 6 de noviembre por la tarde (19.00h) hubo un pasapalabra y sopa de letras (el primero contenía letras correspondientes a aspectos relacionados con el grupo de Down Lleida y el segundo era de temática musical) y el sábado 7 hicimos de nuevo la misma sopa de letras de canciones a las once de la mañana y además también me conecté por la noche (21.00h, ¡cenamos todos juntos!) donde enseñamos fotografias con el fin de compartir con los demás algún momento bonito de nuestras vidas e incluso después de comer hicimos un Tik Tok entre todos de una canción del momento, no sin antes hacer un ensayo de qué movimientos debíamos hacer. También nos dieron a los voluntarios un reconocimiento del año y, a pesar de no poder hacer ninguna fiesta, los grupos de la asociación de ocio nos prepararon un vídeo muy lindo y un calendario.
Más adelante, el 19 de diciembre, tuve la opción de hacer karaoke, vermú, bingo, adivinanzas pero me decanté por estar con grupos a la hora de la merienda (17.30h), otro pasapalabra de canciones y jugar a encontrar las diferencias entre dos dibujos y, al terminar, enlazar con otro grupo a las 19.00h para hacer una sopa de palabras navideña y "risoterapia", un espacio en el que entre nosotros y nosotras nos contamos chistes y hacíamos broma. El miércoles 23 hice una sesión a las cinco con el grupo 1, en la que debí traer la fotografía que más me había gustado del 2020 con tal de comentarla con el resto, algunas eran de viajes que habían hecho, salidas con la asociación, selfies con amigos y amigas, manualiadades efectuadas por ellos y ellas mismos/as, etc., (el/la técnico/a exponía las que previamente le enviábamos en un PowerPoint que proyectaba en la misma reunión de Zoom) y a las 20.30, otra, con el grupo 2 además de una de la decoración navideña que tuviera por casa. Ambas reuniones fueron con un técnico (Oscar) como coordinador de ellas y yo hacía de soporte suyo. La función que ejercía en todas ellas era la de dinamizar a los integrantes y, si por ejemplo, al técnico o técnica le surgía un imprevisto como una llamada importante o si necesitaba sugerencias para futuras actividades yo le echaba una mano quedándome con el grupo y formulándoles preguntas relacionadas con los actividades o bien aportando ideas para pasatiempos.
Durante estas sesiones, enmarcadas dentro del programa Fem Kolla, me di cuenta de la necesidad de vivir en una sociedad que sea inclusiva y que las personas con discapacidad sean acogidas en igualdad de condiciones que el resto. El pasar tiempo con ellos virtualmente ha asegurado un aprendizaje conjunto y un crecimiento mutuo. En cada quedada transmiten su alegría y siempre lucen una sonrisa y ponen mucho empeño en hacer sentir bien a los demás si ven que alguno o alguna de ellos y ellas está muy callada, se emocionan con una facilidad impresionante, cantan a pleno pulmón... En definitiva, no importa cómo me haya ido el día, al verlos mi actitud cambia a otra menos preocupada por asuntos del colegio a una más dispuesta a ofrecer lo mejor de sí. Cada uno de ellos tiene su espacio correspondiente para expresarse des del comienzo (cuándo comunican cómo están, lo que han hecho ese día, qué les ha ocurrido...). No obstante, también hay momentos en los que cuesta entenderles o van muy despacio de modo que he progresado en mi habilidad de saber escuchar y no impacientarme. Es más, también considero que he mejorado mi comunicación hacia el público porque, especialmente con las personas discapacitadas, siempre que uno o una se dirige a ellas, debe manifestarse con claridad y no hablar con redundancias. No hace falta repetirles muchas veces lo que tienen que hacer y no se les debe faltar al respeto tratándoles como se trataría a niños y niñas pequeños/as, sobretodo en el grupo conformado por adultos. El beneficio que trae consigo el trabajo colaborativo es inmenso, en más de una ocasión, por el grupo de voluntarios y voluntarias escriben peticiones de familias que ponen demandas de voluntariado, se escriben cartas entre ellos, se felicitan y graban vídeos deseándoles un feliz cumpleaños acompañados de palabras llenas de cariño y afecto.
Otro punto a destacar sería la constancia y perseverancia que las reuniones implicaban ya que cuadrar horarios no siempre era tarea sencilla. Aun así, he intentado mostrar el máximo compromiso posible y ser estricta conmigo misma y no dejarme vencer por la pereza o por preferir estudiar que estar con ellos y ellas. Al fin y al cabo, era sólo una hora, quizá un poco más dependiendo de las ánimos que tuviésemos. El hecho de presentar las fotos y que sean ellos y ellas quienes las expliquen los involucra y hace que todos y todas hablen y participen, perdiendo de esta forma toda vergüenza ya que exhiben acontecimientos que les son cercanos y les hacen rememorar recuerdos. Un elemento que debe añadirse es que se les pide que enseñen su decoración de sus Navidades gracias a lo cual se sienten inspirados y se comparan los unos a los otros, discutiendo la de quién es mejor y haciéndose cumplidos por el esfuerzo, cosa que les motiva enormemente.
El lunes 28 también hicimos videollamada pero esta vez con vermú en la que pudimos enseñar los regalos que tuvimos por Navidad y cantamos villancicos varios. La parte que más satisfacción me dio fue ver la ilusión que transfería su mera presencia, su risa a la mínima que algo que decía o decían los demás les hacía gracia. En conclusión, la pureza y transparencia de sus actos, por no mencionar su inocencia intrínseca que les impide cometer nada que resulte perjudicial o con la intención de hacer daño a alguien.
Sin lugar a duda, se trató de un proyecto que repetería mil y una veces porque se establecen vínculos de amistad entre los chicos y chicas de la asociación y los voluntarios/as que cubren sus necesidades de ocio y tiempo libre y trabajan para que ellos y ellas mismas consigan el mayor grado de autonomía posible con el único propósito de mejorar su calidad de vida.