PAE, más que un programa de acompañamiento

Este es el principal proyecto que llevé a cabo durante el primer trimestre de bachillerato. Decidí formar parte de él después de que nuestra coordinadora CAS nos enseñara distintas entidades en las que podíamos introducirnos como voluntarios. Así pues, tras un corto período de investigación, aposté por el ámbito educativo, el apoyo escolar a jóvenes de distintas nacionalidades, tanto de primaria como secundaria en el Local Social de Lérida. Lo consideraba una necesidad ya que se trataba de grupos de niños y niñas que presentaban dificultades de aprendizaje y les hacía falta una atención especializada y personalizada para cada uno de ellos y ellas con el propósito de mejorar sus calificaciones y mostrarles métodos eficaces de organización y planificación semanal. De septiembre a diciembre asistí cada miércoles y viernes de 17.00-19.00h a excepción de algunos días en los que no me fue posible ir debido a factores ajenos.
Antes de cada sesión, el alumnado disponía de un tiempo para merendar seguido de unos minutos de respiración (en el caso de los de menor edad) que tenían el objetivo de conferir un ambiente de estudio libre de nerviosismo y estados de alteración, lo cual me pareció muy interesante.
Un vez realizados, se emprendía la hora de las tareas, el rol de los acompañantes era el de sentarse al lado de quien se nos asignaba, en mi caso fueron tres alumnos de tercero, cuarto y quinto respectivamente aunque la mayor parte del tiempo los voluntarios cambiábamos y nos dirigíamos a quien nos pedía que resolviéramos alguna duda que surgía. De hecho, a mitad de trimestre se les propuso que tuviesen una tarjeta (la cual de un lado era roja y del otro verde). Al girarla, dependiendo de qué color fuese, significaba que tenían alguna cuestión y si la dejaban como estaba, quería decir que podían trabajar solos, por su propia cuenta. Esta sugerencia no pareció tener mucho éxito ya que la forma en que nos distribuimos a lo largo del curso continuó siendo la misma, es decir, la habitual. Con lo que sí contaban, no obstante, era con una tarjeta para ir al baño.
Es cierto que los grupos en los que se dividían estaban pensados para que los integrantes colaborasen entre sí (esto se consiguió separándolos por franjas de edades) y se intentó no juntar aquellos alumnos o alumnas problemáticos/as en una misma mesa. En ocasiones, nos encontrábamos con que el alumnado venía sin deberes o se había olvidado los libros de texto en casa o en el colegio. Así pues, tenían como opciones la lectura, dibujo, pintar o coger prestado algún juego de mesa de una estantería en la que habían de todo tipo (memoria, domino, etc.) con la condición de que, al finalizar, lo devolviesen al sitio en el que se encontraba en un principio, ya que también pertenecían a REMS (Refuerzo y Estimulación de la Memoria y la Salud).
En el caso de que fueran mayores y no mostrasen interés por participar se les buscaban ejercicios o actividades que correspondiesen a su nivel de modo que yo podía usar el móvil para realizar la búsqueda con este único fin. Un día busqué problemas con identidades notables de matemáticas, hice un mapa de la península Ibérica para que luego, unos chicos indicasen donde se encontraban los ríos e irregularidades del relieve haciéndoles así una especie de examen. Otro día, un alumno tenía que estudiar vocabulario relacionado con el material escolar en francés y, en lugar de limitarnos a copiar y retener la información, al cabo de unos minutos, le pregunté, como si se tratase de una prueba, cómo se llamaba lo que le señalaba (objetos cercanos que él mismo tenía). La paciencia es una habilidad que desarrollé al tener que repetir con frecuencia el contenido, además de humildad ya que la mayoría de actividades que para ellos y ellas eran de gran complejidad eran, desde mi posición, de lo más sencillas. Sin embargo, lo que verdaderamente suponía un reto era explicarlo y que se comprendiera apropiadamente, incluso me vi en situaciones en las que era yo la que cometía los errores (no me acordaba de cómo se dividía a mano, por ejemplo) y quizás llegaba a confundir a los estudiantes, cosa que me frustraba porque me preocupaba que entendiesen mal algún concepto por mi culpa. También se debe añadir que, al estudiar de nuevo la ESO echándoles una mano, las asignaturas de historia o geografía que había dejado de lado al escoger el itinerario científico volvieron a aparecer, así que yo reaprendía a la vez que ayudaba.
Otro aspecto inesperado pero interesante fue la conexión que mantuve con algunos de los alumnos y alumnas asistentes al hacerles repaso y el hecho de poder llevar un seguimiento de sus avances y progresos en los estudios, pues estudiaban en mi mismo instituto.
El recinto también les daba acceso a ordenadores. A veces tenían que hacer presentaciones, entonces, unas pocas personas los ocupaban las dos horas y si a los demás también les hacía falta consultar cualquier dato no les quedaba otra que esperarse y esto impedía su progreso. A raíz de este obstáculo que se nos planteó, tomamos la decisión de hacer turnos.
El teléfono móvil se debía guardar, bien en la mochila, bien en una caja a la vista de los responsables para evitar distracciones. Tampoco se nos permitía dar datos personales ni nada vinculado con relaciones fuera de PAE así como nuestros números o cuentas de redes sociales.
La última media hora la dedicábamos a hacer dinámicas lúdicas, el hecho de que se incorporasen niños y niñas nuevos, no favoreció la cohesión entre todos y el conocimiento entre compañeros/as. Es por esta razón por la que se decidió exponerlos a un total de 3 actividades para que se formasen lazos de amistad y que se unieran los unos con los otros.
- Creación de un lema PAE
- Mut Kids
En el espacio, disponemos de tres juegos de la colección Mut Kids, con lo que trabajamos fue una baraja de 25 cartas.
El funcionamiento depende de lo que nos encontramos en cada carta, ya sea gestos (el jugador gesticula o hace muecas para resaltar la emoción indicada en la carta); imitaciones (como imitar a un animal); preguntas o frases (para recordar emociones y sentimientos). En el conjunto de las 25 cartas están introducidas las cuatro emociones básicas: tristeza, alegría, rabia y miedo.
Emociones a parejas: se trata de un juego de memoria donde se han de formar parejas de cartas iguales. Son dibujos de emociones reales que sentimos durante el día a día. Cuando se ha formado una pareja, se deberá describir brevemente cuando nos hemos sentido así o hablar sobre esta emoción.
La oca de las emociones: es un juego de la oca donde las casillas te indican lo que tienes que hacer cuando caes en ellas. Pueden ser abrazos, cualidades positivas de los compañeros / as, explicar cuando has sentido X emoción...
Se hacían tres grupos y cada uno de ellos fue a uno de los juegos. En cada grupo hay un voluntario/educador para poder ayudar en lo que no se entienda o para aproximarse a la hora de expresar alguna emoción o sentimiento en caso de que la dinámica se atascase.
Si los grupos de niños/as que se forman en cada juego son demasiado numerosos, también se añadiría a los juegos el Ikonikus, para poder hacer otro grupo.
- Las Cuatro Esquinas
En conclusión, formar parte de una comunidad como esta me aportó una gran variedad de beneficios y contribuyó a mi desarrollo y crecimiento personales abriéndome los ojos a otras realidades que no siempre se tienen en cuenta. Estas serían la de estar en un entorno multicultural con una gran diversidad de chicos y chicas con dificultades de aprendizaje. Así mismo me ayudó a percatarme de la necesidad que tienen determinados estudiantes a tener a una figura que esté con ellos y que, como bien sugiere el nombre del programa, los acompañé a lo largo de su recorrido académico.